La pandemia ha dejado al descubierto el potencial de las mujeres en sus comunidades
Una de ellas es Ester Theoduloz, quien junto a otras siete mujeres, lideran un proyecto que busca mejorar los implementos que le permitan desarrollar una olla común en Quilicura, la que, una vez por semana, entrega almuerzos a 150 familias —unas 600 personas— que viven en las cercanías de la Parroquia Alberto Hurtado. «Iniciativas como estas contribuyen a la dignidad de las personas, tanto de las que servimos, como de la que reciben» y agrega que la unión «va a hacer que tengamos un Chile mejor y eso me motiva».
Así como el caso de Ester hay otros, donde mujeres de las comunidades han levantado proyectos orientados a cubrir las necesidades básicas de las personas (agua, alimentación e higiene), además de entregar apoyo en salud mental, acompañamiento y entrega de ayuda a adultos mayores —de hecho en Alto Hospicio hay un comedor hecho por y para adultos mayores y el 33% de los proyectos se relacionan con esta temática— y brindando cuidado y acceso a tecnología a niñas, niños y adolescentes que no cuentan con estos elementos básicos para su educación.
Uno de estos proyectos es el ciber comunitario, «Educando con amor» del sector El Boro en Alto Hospicio. Diana Vargas, del comité de vivienda Esperanza 1, dice que este fondo de respuesta comunitaria «surge como una salvación a la necesidad que tienen los niños en estos tiempos donde todo se digitalizó».
De la misma manera en que las mujeres son las que dirigen mayoritariamente los proyectos, también son mayoría en cuanto a la recepción de un beneficio, pues un 53% de los/as 40.259 beneficiarios/as son mujeres.
Actualmente esta iniciativa tiene 201 proyectos activos en localidades de siete regiones del país, Tarapacá, Antofagasta, Valparaíso, Metropolitana, Ñuble, Biobío y Araucanía, desde donde se extenderá apoyo, al menos, por tres meses más, dependiendo de la fecha en que haya comenzado cada iniciativa.
Para el director ejecutivo de Fundación Colunga, Arturo Celedón, »esta iniciativa da cuenta de la importancia que tiene el trabajo comunitario y de cómo, incluso en las circunstancias más adversas, la el trabajo coordinado y la colaboración es clave para superar las consecuencias que la crisis sanitaria está dejando en nuestro país».
Asimismo, Catalina Littin, directora ejecutiva de Fundación Superación de la Pobreza, añade que «no se puede obviar el rol de las mujeres y la importancia que han tenido en el desarrollo de este fondo y en la ayuda a sus comunidades en esta pandemia. Son verdaderas articuladoras de ayuda y colaboración en un contexto inédito para nuestro país. Por ello el diseño del FRC intenta responder también con esta articulación, descentralizada e inédita desde la sociedad civil».