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Grupo de Teatro del Errante: descubriendo su importancia para la historia cultural del país

En una conversación abierta y muy significativa con «Maule Hoy», Ana Carolina Reinaldos Quinteros, coautora del nuevo libro «Grupo de Teatro del Errante ( 1968-1972): una historia de encuentros, diálogos y creación colectiva», reveló el aporte de este extraordinario grupo vanguardista y experimental, desde el cual salieron grandes actores del teatro, el cine y la televisión chilenos.

Nunca es tarde para valorar la contribución de un grupo de artistas errantes que hicieron historia a fines de los sesenta y principios de los setenta, en plena ebullición política, social y cultural en Latinoamérica y en el mundo.
Desconocido para la mayoría de las personas formadas en la disciplina teatral de las últimas décadas, pese haber sido el punto de partida en la carrera de varios directores y docentes del área dramática, así como de otros importantes profesionales de la actuación y las comunicaciones en Chile, se le recuerda como uno de los grupos de mayor relevancia entre los formados por elementos universitarios.
En sus orígenes, tuvo el apoyo de docentes de la Escuela de Teatro de la UC como Fernando Colina, Héctor Noguera, Rosa Inés Quiroga y Ana Reeves, entre otros.
La nueva publicación financiada por el Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo en Artes Escénicas, está coescrito por Matías Lihn Gazitúa, Amanda Avila Reynaldos y Ana Carolina Reynaldos, a quien entrevistamos para conocer los detalles de la génesis de esta nueva obra.
¿Cómo fue el proceso de gestación que tuvo este libro ?
Cuando yo era una niña, recuerdo que mi hermana mayor Pilar, integraba este grupo. Eran unos jóvenes de la Universidad Católica de distintas carreras. Mi hermana era la única que estudiaba teatro, pero todo el resto venía de otras carreras como arquitectura, derecho, química, filosofía y pedagogías. Desde un principio, me impresionaron mucho, porque hacían distintas puestas en escenas que eran, francamente, de nivel profesional.
Ensayaban fuera del horario de clases, desde las siete de la tarde en adelante, y muchas veces hasta la medianoche, incluidos los sábados y domingos.
A medida que pasó el tiempo, en que yo fui viendo muchas otras obras de teatro, yo seguía con esta idea de que, ese teatro que vi con el Errante, no tenía nada que envidiarle a otras obras internacionales que se montaban en Santiago.
También en mi experiencia de docente universitaria, me conmovió esa entrega que tuvieron esos jóvenes de esta época, por hacer teatro, sacrificando sus horas libres, incluyendo los domingos, y más encima que nos les pagaban un céntimo, y además, debían sacar plata de sus bolsillos para pasajes, comprar géneros, hacer sus vestuarios.
Yo me pregunté ¿ Qué los motivaba a efectuar teatro en estas condiciones ?
Ahí entonces, decidí investigar y documentarme. Primero hablé con mi hermana Pilar, que después que egresó de la Escuela de Teatro, trabajó en teatro y televisión un tiempo, y después ingresó a la Escuela de Arte de la Comunicación de la Universidad Católica y sacó el título de dirección de televisión. Cuando fue a los canales, los cupos estaban copados por los clásicos directores, y ella se quedó trabajando en producción donde hizo una carrera formidable de treinta años.
¿Qué impresión tuvo ella cuando le contaste que querías efectuar un libro para contar la historia del Grupo de Teatro del Errante?
Su primera reacción fue «¿por qué hacer un libro, si nosotros no éramos conocidos?». Yo le contesté, precisamente por lo que tú dices. Porque no son conocidos y para mi gusto, el Grupo del Errante es como el eslabón perdido, y de hecho, fue el primer grupo que dirigió Raúl Osorio, quien estaba recién egresado de la escuela. Su profesor fue Fernando Colina, que era el que originalmente entrenaba a este grupo en voz y expresión corporal, y se fue a Estados Unidos a hacer un doctorado, entonces encargó a su mejor alumno, que era Raúl, la misión de seguir instruyéndolos. Recordemos que Raúl venía de los mimos de Noisvander, con maestros que tenían una entrega, una disciplina y una rigurosidad, enorme. Entonces, él aplicó todo esto, con este nuevo grupo de jóvenes amantes del teatro, que estaban dispuestos a todo.
Después a Pilar le solicité los teléfonos de los demás integrantes. Originalmente eran diez y logré entrevistar a ocho, porque hay algunos que ya fallecieron.
¿Tenían mucha documentación y recordaron los detalles de cómo se formaron y dieron vida a los montajes teatrales?
Sí, afortunadamente, entre todos fueron armando este rompecabezas del tiempo. Bernardo Tapia, por ejemplo, tenía muchos recuerdos de los miembros originales del grupo que surgió en Arquitectura. Cabe destacar que, este grupo de los Errantes es una fusión de dos grupos en paralelo: uno que funcionaba al alero de la Escuela de Arquitectura y que integraba a estudiantes de enfermería, de sicología y otras carreras, y el grupo de la Residencia Cardenal Caro, que todavía existe en la calle Ejército en Santiago, con alumnos provenientes de abogacía, teatro y pedagogía. Por Patricio Pinto que trabajaba en la Vicerrectoría, quien vio por casualidad un folleto invitando al Segundo Festival de Teatro Universitario en Manizales, Colombia, se produjo la fusión al conversar sobre esto con Jaime Azócar, que dirigía el grupo de Cardenal Caro, para así participar con una obra en este vecino país. Fue una fusión estratégica, porque armaron un gran grupo que se necesitaba para montar esta obra que Raúl ya conocía y que se titulaba «Topografía de un desnudo» de Jorge Díaz, un ícono del teatro del absurdo chileno.
¿En qué consiste esta obra «Topografía de un desnudo»?
Habla sobre la muerte de un hombre en situación de calle, y muestra de manera crítica todo el abuso institucional y los intereses económicos, que terminan con la muerte de un ser humano de la calle, que a nadie le importan y que pasa a ser un anónimo. Es una obra que requería muchos actores en escena, y en términos de escenografías, era muy exigente porque tenían Jorge Díaz una visión especial del escenario, de las sombras, la ubicación de los personajes en las escenas, de las imágenes y de las proyecciones, las plataformas que subían y bajaban.
En pocos meses, prepararon la obra, y sin un peso para viajar, fueron hablar con el Rector Castillo Velasco y le interesó la idea de que un grupo de jóvenes fueran a representar a la Universidad en tierras colombianas y le financió el viaje al grupo y al equipo técnico. Por una situación de ,Raúl Osorio no pudo viajar y le reemplazó Eugenio Dittborn, un gran maestro de la Escuela de Teatro.
¿Cómo les fue con este montaje en Colombia ?
Tuvieron una participación descollante. Las fotos de los diarios colombianos de la presentación del grupo chileno de teatro, los destacaron enormemente, sin embargo no ganaron, porque además era un premio único, que se llevó la Universidad de Los Andes de Bogotá, con una obra también muy polémica, «Canto de un fantoche lusitano», que es una crítica al imperialismo de Portugal. Los alumnos de esta universidad privada efectuaron un paro, porque las autoridades querían bajar esta obra de la programación y no pudieron definitivamente.
¿Cuál fue la trayectoria que tuvo Grupo del Errante después de este primer gran éxito internacional ?
Después de regreso, algunos alumnos se retiraron como: Salvador Barbato que estudiaba Ingeniería Química y que en algún momento llegó ser reconocido como uno de los grandes valores del teatro nacional, ya que obtuvo el premio al mejor actor por una obra titulada «Ceremonia por un negro asesinado» del español Fernando Arrabal. También Patricio Pinto de abogacía, que tomó la dirección nacional de la Antach, Asociación Nacional de Teatro Aficionado de Chile que reunía más de trescientos grupos. Se sumaron las actrices Gloria Laso y Coca Rudolphy.
Después con el boom literario de «Cien años de Soledad» de García Márquez, ellos crearon una versión libre y colectiva, titulada « Macondo», que fue como una síntesis de las ideas que tenía la obra.
Más adelante, viajaron a la Universidad del Norte, como invitados y trabajaron de monitores en un importante festival con grupos de estudiantes y pobladores, y en uno de esos grupos de egresados, participaba Andrés Pérez con Rosita Ramírez.
Ellos allí, asistieron a la representación de «Macondo» y «América que se duerme, se la lleva la corriente», que los dejó muy impactados e influyó poderosamente al asumir que lo suyo profesionalmente iba a ser el teatro. Patricio Campos que era uno de los errantes, le tocó tener de alumno a Andrés Pérez en la Universidad de Chile, y Manuel Daniel que estudió derecho también se cambió a teatro en la U. de Chile. En el norte, el Grupo de teatro del Errante, recorre pueblos, villas y ciudades. Estuvieron en la Fiesta de la Tirana en otra oportunidad, como para ver cómo se vivía en el norte, las preocupaciones, los hábitos, las costumbres, las motivaciones y crearon una obra que se llamó «Atacama, la grande». La portada del libro, entrega parte de lo que fue el afiche original de esta obra culmine.
¿Cuál fue la primera reacción de los integrantes del grupo respecto a esta publicación, porque me imagino que ellos ya tienen el libro en sus manos ?
Ellos quedaron maravillados, Encontraron que es un trabajo de lujo, muy ameno, muy fiel a la historia porque tuvimos el cuidado que después de cada entrevista que hacíamos, le enviamos a cada participante su entrevista, para que revisara si reflejaba lo que había querido decir, o si quería agregar algo más. Entonces cada uno de ellos aportó sus vivencias y recuerdos al libro. Fue un proceso muy bonito de ir construyendo entre todos, una historia verdadera, o sea, incorporando todos los testimonios para que sea lo más cercano a la realidad.
¿Cuál fue la reacción final de Pilar respecto a este proyecto?
Ella a poco de andar y viendo el entusiasmo de los otros, se empezó a motivar con el rescate de la memoria. Entonces lo primero que hizo, fue sacar de sus archivos un montón de recortes, programas, fotografías, libretos de las obras montadas. Ella fue la más importante proveedora de material, y con el transcurso del tiempo, también me hizo contactos y me entregó ideas, y en algún momento hicimos un zoom live, con todos los que quisieran incorporarse considerando que algunos de ellos no se veían hace 50 años.
¿Este libro fue un motivo para cerrar parte de una historia entre sus integrantes y descubrir el aporte cultural que hicieron en su momento al país ?
Efectivamente. Ha sido muy emotivo en términos de cerrar el círculo, porque en algunos casos, las relaciones entre ellos no terminaron tan bien. Fue una oportunidad de cerrar un ciclo, de volverse a ver las caras, de darse las gracias. De alguna manera, ellos reconocen que esta pasada por este grupo, para todos fue muy significativa. Además, tuvimos una excelente recepción del libro en una de las presentaciones efectuadas en Santiago, donde participaron directivos de la escuela de teatro, cinco ex errantes, sus hijos y nietos, también estaba María Luz Hurtado, ícono patrimonial de la historia del teatro chileno. Fue un honor, que ella asistiera y alabara esta publicación.
¿Los próximos pasos de la presentación en sociedad de este nuevo libro?
Después de las dos presentaciones que tuvimos en Santiago, una de ellas en el marco de la Feria de las Artes Escénicas, vamos a presentar el libro en Curepto, y en Marzo tenemos un lanzamiento en Antofagasta, también en el marco de una Bienal Artística de funciona de manera permanente. Hemos tenido notas muy bonitas en la Radio Universidad de Chile y Radio Bio Bio, y hay una versión digital, que la estamos subiendo a plataformas del área artística y cultural para que todos puedan acceder a conocer el libro.

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