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Participar en una comunidad parroquial es algo muy bueno, porque se comparten valores sanos para cultivar el espíritu

En un instante emotivo, significativo y familiar, nos recibió en su hogar el conocido diácono Víctor Manuel González Guzmán para contarnos parte de sus experiencias personales junto a su esposa María Raquel Pérez Sepúlveda, con la comunidad de la Iglesia Santa Teresita. Fue casi una hora salpicada de recuerdos, anécdotas y vivencias, que resumimos para los lectores de «Diario Maule Hoy» en la siguiente entrevista.
¿Cuántas décadas llevas a cargo del diaconato de la Iglesia Santa Teresita?
«Cuatro décadas que nos fue otorgado por la Iglesia a través de nuestro Obispo, don Carlos González Cruchaga, el 7 de abril de 1982».
¿Qué recuerdos positivos tienes de estos cuarenta años, considerando la enorme cantidad de niños, niñas y jóvenes que han pasado por la Iglesia?
«Tengo recuerdos muy bonitos, porque justamente cuando nosotros entramos a participar de la Parroquia Santa Teresita hace alrededor de 50 años, me llamó la atención que había muchos jóvenes. Nosotros nos integramos a raíz de la Catequesis de Primera Comunión que, en ese tiempo, lo oficiaban las mamás catequistas. Yo acompañé a María Raquel y ahí nos dimos cuenta que había una familia comunitaria muy grande. Así empezamos a participar en forma constante»
¿Qué momentos te han marcado en tu vida y que han sido una huella positiva para ti dentro de tu trabajo como Diácono de la Iglesia?.
«Uno de los aspectos más importantes, han sido los sacerdotes que han estado en este sector. Empezando por el padre Juan Ladán, que era el párroco que estaba cuando llegamos acá. Nos entregó a toda la comunidad, y de una manera muy especial a mí, una formación muy bonita y muy completa, que nos indicaba el porqué de este sacramento y para qué es. También el significativo aporte de las Religiosas del Amor de Dios, desde las que había en aquel tiempo, como la hermana Emilia por ejemplo, y hasta ahora como la Hermana Josefa. También recuerdo con mucho cariño a la Hermana Mercedes, la Hermana Isabel, la Hermana Julia».


¿Qué importancia tiene en la formación de un niño y un joven, conocer los valores cristianos?
«Es sumamente importante porque nos ayuda a valorar la Vida, nos ayuda el compartir el por qué y el para qué estamos acá, y sobre todo, a tomar conciencia que somos Hijos de Dios y herederos del Cielo. Es algo sumamente importante. Ahora en nuestra parroquia hay muy pocos jóvenes, – y no es porque los jóvenes no estén participando en nuestra Iglesia-, sino porque no hay en el barrio. Somos un sector de personas adultas mayores, de tercera y cuarta edad diría yo. Pero por la gracia de Dios, seguimos prestando un servicio con el padre Waldo Bustos, que es nuestro párroco en estos momentos. Hay un grupo de personas que se han incorporado y con ellos estamos tratando de seguir adelante de una manera muy bonita».
¿Cuán difícil es ser diácono en estos tiempos llenos de urgencias, desolación y mucho pesimismo?
«En la medida que uno puede, uno entrega su experiencia y cómo uno ve el camino a seguir. Tiene que entregar sus manos al Señor. En algún momento, yo traté de hacer muchas cosas, y ahora lamentablemente, con 80 años de edad, prácticamente ciego, es muy poco lo que yo puedo hacer. Pero hay muchas otras cosas, que sí puedo efectuar, entre ellas, rezar. Y eso lo hago con cariño y gusto. Lo hago por todos los jóvenes, ancianos, enfermos, por aquellos que trabajan en bien de los demás, por las organizaciones comunitarias y por nuestras autoridades. Entonces hay mucho por los cuales orar. Siempre lo hago con cariño».
¿Qué hechos recuerdas con mayor emoción de toda tu carrera de servicio a la Iglesia?
«Yo siempre estoy recordando con un cariño muy grande, la experiencia de la comunidad cristiana, que es la parroquia de Santa Teresita. Ella, de muchas maneras me fue entregando apoyo, cariño, valores, y un acompañamiento muy bonito. Dentro de ello, debo recordar de una manera muy especial a quien fuera nuestro Ministro enviado, don Ricardo Opazo Silva, que estuvo durante veinte años compartiendo con nosotros y que lo hizo de una manera hermosísima, y del cual siempre recordamos con mucho cariño su experiencia. También recuerdo con mucha emoción a nuestra querida hija Eugenia. Ella partió hace once años y en el momento de su partida, la comunidad, la Iglesia y nuestra familia, fueron una expresión de un cariño tan grande, que no la hemos olvidado jamás».
¿Qué importancia tiene participar en una comunidad parroquial?
«Es algo muy bueno porque se comparten valores sanos, para cultivar el espíritu, Pareciera que en estos momentos, todos los jóvenes están equivocados o dedicados a hacer puras cosas malas. Y no es así. Yo me acuerdo cuando algunos consagrados nuestros cometieron errores. Monseñor Ezzati dijo una expresión que viene a expresar exactamente este momento : «El bosque siempre está silencioso, pero cae un árbol y produce ruido. Pero cae un árbol, y hay cien árboles más, en posición firme». Los jóvenes tienen valores muy lindos. De esto, se escucha muy poco, pero destacamos que hubo recién unos Juegos Suramericanos donde Chile obtuvo el cuarto lugar y fue gracias a sus jóvenes deportistas, que regresaron cargados de medallas de oro, plata y bronce. También en los Juegos Panamericanos, donde hay personas ciegas y minusválidas, que hacen cosas fantásticas. Hay muchos jóvenes con muchos valores y con una inocencia y un deseo de gozar de esta vida hermosa. Claro, lamentablemente también hay jóvenes que han caído en las redes de la droga y el alcohol, y son capaces de hacer cosas que no deben hacer. Pero hay muchísimos jóvenes que sí cultivan el bien y las cosas positivas. Uno lo ve en los colegios. ¡ Cuantas cosas lindas efectúan ! También lo ve en los Boy Scouts, grupos juveniles en las parroquias como los que están en la Villa Bicentenario, grupos ecológicos y de acción social, y siguen ellos incentivando la solidaridad y el trabajo comunitario, muchos de los cuales se formaron aquí en la parroquia y que están viviendo ahora en esos sectores. Formaron familia y siempre están recordando lo que aquí aprendieron», concluyó.

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