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Panadería «Francesa» de Molina

El desarrollo, el progreso, ha llegado a todos los lugares, las grandes tiendas, y cadenas de supermercados, han ido absorbiendo a negocios familiares, obligandolos a su cierre, y esto no ha sido la excepción en la ciudad de Molina.
Un establecimiento comercial, que se ha mantenido en el tiempo, desde inicios del siglo XX, desde el año 1928, es la panadería Francesa de Molina, tradición en la región del Maule, por su exquisito pan. Conversar con su actual dueño, don Marcelo Jacques Labra, es llenarse de historia de este gran negocio familiar.
Mi abuelo compró esta panadería a un francés, llamado Victor Pouchuq, después la heredo mi padre, Gabriel Jacques. Mi abuelo y sus tres hermanos provenientes de Europa, fueron panaderos, uno tuvo panadería en Cauquenes, otro en San Javier, el siguiente en Santiago, y mi abuelo hecho raíces en Molina.
Es interesante escuchar a don Marcelo, hombre vital, mientras conversamos, atiende a su clientela, anota y pesa los grandes canastos de pan.
La panadería Francesa, llegó a tener 06 carretones tirados por caballos, con los cuales hacían el reparto a los pueblo cercanos a Molina, la calle Libertad, era casi de exclusividad para el estacionamiento de estos carruajes, junto a los que poseía la panadería Española.


Las pesebreras, estaban en el patio de las panaderías, y con el correr de los años, por ordenanzas municipales, tuvieron que llevar los caballos a otro lugar en el campo.“Entre la década del 50 y 60, se llegaban a hornear, más de 2.800 kilos de pan diarios. Entregaban, en los campos, un beneficio que tenia la gente, que consistia en la llamada “galletas de fundo”, (un pan grande, redondo)
Don Marcelo Jacques, adquirió los derechos de propiedad en el año 1975, después de un gran incendio, (07.Dic.1975) que no afectó al local de ventas, por lo cual, tuvo que ponerla en marcha nuevamente. En esta panadería trabajan actualmente 22 personas, en tres turnos, mañana, tarde y noche.
Su producto estrella es la marraqueta, o pan francés. La diferencia con otro pan elaborado en la zona u en otra parte del país, lo hacen los hornos de barro y ladrillo (horno chileno).
Ya se proyecta la cuarta generación para seguir al control de esta empresa. Como Molinense, viviendo lejos de esta tierra, siempre comparo el pan, y lejos me quedo con el producido elaborado en Molina. Un reconocimiento a la familia Jacques, por entregar tanta calidad en sus productos y ser generadora de tantos empleos para familias de Molina. Hay panificadores que han pasado su vida allí. Que la panadería Francesa, perdure y siga por muchos años más con nosotros.
Luis. U. Contreras Pino

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