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Creo que la Iglesia tiene que saber caminar como un pueblo humilde en medio de la gente, y poder transmitir con claridad su mensaje.

La Semana Santa es para el mundo cristiano, la conmemoración de la pasión de Cristo, vale decir, de la entrada de Jesús en Jerusalén, la última cena, el vía crucis, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazareth. Marca un profundo recogimiento de parte de la feligresía, pero también es la fecha donde se efectúan numerosas muestras de religiosidad popular a lo largo del mundo.
«Diario Maule Hoy» quiso adherirse a esta significativa semana, entrevistando a Monseñor Galo Fernández Villaseca, Obispo de Talca, quien nos recibió en su despacho para esta importante ocasión.
Por estas semanas, ha circulado en las noticias internacionales que en tres diócesis de Italia, han decidido eliminar los padrinos en el bautismo, ¿ Qué explicación tiene la Iglesia Católica chilena respecto a este tema que ha sido al parecer mal interpretado ?
«En primer lugar, decir con mucha claridad que en la Diócesis de Talca, incluso de Linares, y en ninguna diócesis de Chile, se ha hecho una determinación que suprima los padrinos. Lo que yo entiendo es que, de manera experimental en estas diócesis italianas, se refería en particular a los padrinos sobre todo para personas adultas que se bautizaban. Lo que sí aprovecho la oportunidad de aclarar, es que la norma de la Iglesia establece que el padrino no es obligatorio. De alguna manera, hay una desproporción en la importancia del padrino. Hay gente que se complica mucho y cree que no puede bautizarse porque no tiene un padrino. Es bueno decir en este sentido, que es posible bautizarse sin padrino. No hay ninguna objeción para ello. Nadie está obligado a tener padrino. La Iglesia señala que cuando alguien quiere tener un padrino este pueda cumplir con las condiciones que corresponden y que sea alguien que ayude al crecimiento de la fe. No es solo un familiar o un amigo. A veces, esos vínculos de «compadre»o «comadre» parece que son más importantes que el sentido propio de ser padrino».
¿ En el caso de las madrinas ocurre exactamente lo mismo?
«Si, porque las normas de la Iglesia dicen que puede ser padrino y madrina, o un padrino o una madrina. Eso establece el derecho».
¿ Está satisfecho con la gran concurrencia que hubo en la Asamblea Diocesana 2023 realizada en Curicó y después en el Domingo de Ramos?
«La verdad es que fue una grata sorpresa, la participación de la gente en ese encuentro. Fue casi íntimo por así decirlo, porque era solamente con los consejos parroquiales de toda la Diócesis de Talca y Curicó, y concurrieron muchas personas. Tengo la impresión que nos quedamos chicos en el espacio donde siempre se ha hecho, que es el Gimnasio del Colegio Santa Marta. Sí, yo creo que estamos en un tiempo especial, porque particularmente el último tiempo de la pandemia, la participación había menguado, y ahora sentimos que la gente tiene una sed de participación, una sed de poder dedicarle tiempo a la fé y alimentarla. Respecto al Domingo de Ramos, tradicionalmente ha sido una de las misas que más gente acude, y en esta ocasión, todos los sacerdotes me han comentado que estaban muy sorprendidos por la masiva participación de los fieles. Yo estuve en un templo más pequeño, primero, y estaba repleto. Después en la Iglesia Catedral de Talca, estaba como se dice, de bote a bote».


¿ Es positivo para la Iglesia, la integración de la comunidad migrante?
«Yo me alegro que los migrantes encuentren en la Iglesia una casa, un lugar que los acoge. Una vez escuche en una parroquia, un migrante que me explicó que en medio de todo el tránsito tan difícil y tan duro, de experimentar que estaba alejado de los suyos, de pronto se paró frente a una parroquia y de adentro le brotó así, aquí estoy en casa. Porque la fe es espacio de comunión. Me alegro que puedan encontrar esa acogida. A mi me conmueve y no dejo de pensar en las graves condiciones que tiene que estar viviendo esa persona, para abandonar todo lo suyo, salir con niños pequeños, para buscar un lugar donde vivir bien. Tengo también la impresión de que sucede algo del Evangelio, que los pobres descubren más fuertemente la mano de Dios. Y en ese tránsito tan difícil, ellos mismos muchas veces relatan cómo afligidos conociendo el límite, han experimentado como al final del día, el pan y el abrigo llegan a ellos, aunque parezca justo y experimentan la mano de Dios».
¿ Cuál es su mensaje para esta Semana Santa, considerando que estamos en un mundo tan tóxico a nivel informativo?
«Yo creo efectivamente que la Iglesia ha tenido una crisis fuerte y profunda que tiene muchas raíces, raíces que son también por nuestras faltas graves y dolorosas, pero también por una cultura que ha tendido a alejarse del nombre de Dios. Yo creo que esta crisis ha sido buena, porque nos ha purificado. Es una crisis que nos saca de la soberbia de creernos una Iglesia fuerte. Una Iglesia de Jesucristo, es una Iglesia constituida por personas frágiles, por pequeñas comunidades, sencillas, no creernos que somos tumultos. Tenemos un tiempo de recuperación después de muchas heridas, pero muy lejos de estar pensando en un ánimo triunfalista. Muy al contrario. Creo que la Iglesia tiene que saber caminar como un pueblo humilde en medio de la gente, y poder transmitir con claridad su mensaje. Una de las cosas en que la Iglesia más ha reflexionado en este proceso de crisis, es la importancia de que seamos una Iglesia centrada en la persona de Jesus. No es el poder, no son los edificios que tenemos, lo que importa es que seamos una Iglesia que emana el olor de Jesucristo. Por eso yo transmito a todos los que son parte de la Iglesia, incluso aquellos que por algún motivo se han distanciado, que aprovechen la Semana Santa, que la vivan y que pongamos a Jesús en centro. Que escuchemos su palabra, su mensaje, para que ella nos mueva a vivir contribuyendo al bien, al amor, a la vida».
¿ Cómo recoge la Iglesia, la experiencia de la movilidad de miles de personas que emigran de un país a otro buscando un nuevo porvenir?
«Yo creo que tenemos que mirar la emigración, entendiendo el drama humano que está metido ahí. El Señor puso en la lista de los que se identifican con él, al forastero. Porque tuve hambre, me diste de comer. Tuve sed, me diste de beber. Estuve en la cárcel. Fui enfermo. Fui forastero. Y me acogiste. Y entender que una persona no ha salido de su tierra por cualquier cosa. Con todo también alertarnos de esta gente, que arma como un drama hablando de cosas que vienen. El Señor no nos pone pruebas más fuertes de las que podemos soportar, pero la verdad es que todavía hay mucho espacio para ofrecer acogida y comprensión. Hay que ponerse del otro lado del muro. El Presidente de Estados Unidos creyó que la solución para la emigración, era construir un muro. Se equivocó. Y se equivocó porque cuando una persona tiene tanto desespero, va a buscar el espacio y va a entrar por otro lado. La solución para la emigración es la humanidad y el buen trato. Yo creo que los países tienen que ser muchos para ayudar a que en otras naciones, prevalezcan situaciones de justicia y de dignidad. La emigración que experimenta Europa y Estados Unidos, los alienta a salir de sí mismos, y a decir, ayudemos a Africa, ayudemos a otros países. Si hay un derecho a emigrar, también existe a no tener que emigrar. Nosotros tenemos que cuidar que en nuestro país existan condiciones dignas para que los chilenos no tengan que irse, y tenemos que ver maneras de que así suceda en otros países. Recordemos que en otra hora, había cerca de un millón de chilenos fuera del país. Y muchos encontraron acogida y respeto. Hoy día se han dado vuelta las cosas. Hay más de un millón de extranjeros en nuestro país y llega la hora también de devolver la mano y responder con humanidad».
¿ Esta misión integrista y solidaria se traslada también a los colegios de acción cristiana y católica con actividades determinantes para este año?
«La Iglesia entera tiene que empaparse del Evangelio de Jesús. Es un amor que se vuelve activo al servicio de los demás. Y eso en todas las instancias de la Iglesia como son los colegios. Un colegio me decía que habían decidido denominar no sólo que tenían un departamento de pastoral , sino que su departamento era de pastoral social. Y es porque también la experiencia de servicio moviliza y modela el corazón de los jóvenes. El Papa Francisco tenía una expresión que a mi me gusto. Antiguamente decíamos cabeza, corazón, manos. Claro porque primero pensamos en el encuentro con Jesús, después lo llevamos al corazón y luego a las manos. Hoy día parece que las cosas se han invertido. A veces, hay que partir haciendo con las manos, y lo que hacemos llevarlo al corazón, y eso nos ayuda entender nuestra identidad y nuestra vocación», concluyó.

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